Bajo la denominación “Modelo E.S.I.” se abrevian los términos de Modelo de Evaluación Secuencial Integrada, método que se fundamenta en el Modelo Conceptual de Desarrollo Secuencial Integrado.
Modelo Lineal del Fracaso Escolar.
El Análisis del bajo rendimiento escolar, cuyo máximo exponente lo constituye el fracaso escolar, se ha venido realizado de manera tradicional bajo un modelo que podemos denominar lineal, obedeciendo a una forma de pensar sobre el mismo que correspondería a la expresión matemática:
Rendimiento = f(x, y, z, k, t, p, w, g,……)
Donde x puede ser la aptitud intelectual, y la atención, z la memoria, k la percepción visomotora, p la coordinación motriz, g la motivación y así sucesivamente.
De esta manera, cuando el evaluador se enfrenta a un caso de bajo rendimiento o fracaso escolar, procede a administrar al escolar una batería de tests, escalas y cuestionarios a la búsqueda de algún valor negativo o reducido.
Así, en cuanto la evaluación pone de manifiesto un déficit en alguna o algunas aptitudes u otras variables relacionadas con el éxito escolar, se hipotetiza que el fracaso o bajo rendimiento se explica por tales déficits.
Obviamente, tal nivel de explicación no requiere de ningún modelo que explique las relaciones funcionales entre las distintas variables. Sin embargo, es improbable que todas y cada una de ellas tengan el mismo peso específico para favorecer el bajo rendimiento.
Modelo de Evaluación Secuencial Integrada
Como contraposición a este modelo lineal, el cual genera intervenciones “a ciegas”, hemos postulado por un modelo de Evaluación Secuencial Integrada basado en un modelo funcional explicativo del rendimiento escolar.
Resumidamente, de acuerdo con el modelo propuesto, el fracaso escolar se considera como tal, únicamente con el criterio de rendimiento inferior al considerado normal en un grupo poblacional: aula, colegio,… Este fracaso puede ser específico en una o algunas áreas curriculares, o generalizado a la totalidad o la mayoría de ellas.
Especificado el nivel de fracaso, ahora se trata, en un primer nivel, de analizar, cuantificando, los comportamientos de estudio, ya que el rendimiento es el producto directo de tales comportamientos. La ausencia de comportamientos o la insuficiencia de los mismos aportaría la explicación directa del bajo rendimiento, quedando ahora por explicar las causas de este comportamiento deficitario. Por otra parte, si el comportamiento de estudio es frecuente, el bajo rendimiento debería ser considerado por la ineficacia del comportamiento de estudio, lo cual sería objeto de un nuevo análisis.
Como se puede comprobar, hemos realizado una primera fase de la secuencia total. Ahora se trataría de estudiar los factores que explican un comportamiento de estudio ausente, insuficiente o ineficaz (tres posibilidades).
Los niveles de activación, asociados a estados de desinterés-desmotivación o ansiedad contribuyen a facilitar la explicación de un comportamiento ineficaz o insuficiente, así como la ausencia de habilidades de estudio o unos niveles curriculares insuficientes para seguir los aprendizajes del nivel actual.
El estudio de estas variables, mediante auto-informes en el caso de adolescentes o informes de terceras personas, si son menores de 12 años, así como la valoración de los niveles curriculares previos, por parte de los profesores habituales de cada área, nos proporciona el segundo nivel de explicación del bajo rendimiento escolar.
Finalmente, y, por lo general, cuando el fracaso escolar se detecta con un origen en los primeros años de primaria (1º a 3er curso), el tercer nivel de explicación puede encontrarse en un déficit de capacidades básicas: intelectuales, atencionales, de memoria o lingüísticas. En este caso, la evaluación de las mismas por medio de instrumentos válidos y fiables, suele poner de manifiesto un déficit congénito en alguna de las mismas.
La evaluación planteada en base a este modelo, establece unas pautas al Orientador en la búsqueda de los factores intervinientes en los resultados académicos. Esto permite seleccionar instrumentos y administrarlos de acuerdo a un Protocolo de Evaluación preestablecido de acuerdo al nivel curricular del escolar.
Este modelo permite, asimismo, elaborar hipótesis no lineales, sino interactivas, de la influencia mutua de cada factor en la génesis o mantenimiento del bajo rendimiento escolar, favoreciendo de esta manera, corregir la situación desde varias perspectivas.
Se incluye en el análisis la influencia de los apoyos sociales provenientes de la familia: padres, hermanos, y de los profesores y compañeros.